LUIS EDUARDO PAEZ COURVEL

UN ESCRITOR BRILLANTE y UN POLITICO CONSERVADOR, DE LOS TIEMPOS CUANDO BRILLABAN LAS IDEAS y EL OFICIO ERA EJERCIDO CON PULCRITUD y HONRADEZ.


lunes, 9 de mayo de 2011

LUIS EDUARDO PAEZ COURVEL




Historiador, ensayista, poeta, periodista, crítico y académico.

Nació en Ocaña el 30 de junio de 1906 y falleció en Cúcuta el 20 de junio de 1950. Hijo del historiador Justiniano J. Páez y Ana Dolores Courvel Serrano. Hizo sus estudios primarios en el Colegio de la Presentación, bachillerato en el Colegio de José Eusebio Caro y en el de San Bartolomé, de Bogotá (1927). Adelantó estudios superiores en la facultad de Derecho de la Universidad Nacional.

En 1924 produjo sus primeros poemas y ganó un concurso realizado en el Colegio Caro, con el tríptico La tempestad, siendo jurados del certamen, Adolfo Milanés y el padre Ignacio María Egaña, S.J. Desde 1922 se vincula al periodismo ocañero. En 1935 participa en la fundación del Centro de Historia de Ocaña. En ese mismo año, publicó la Interpretación estética y lírica de Adolfo Milanés, ensayo con el cual se dio a conocer nacionalmente como escritor.

Entre 1941 y 1950, Páez Courvel ocupó diversas posiciones como juez, rector del Colegio de José Eusebio Caro, vicerrector del Colegio Santander de Bucaramanga, concejal, diputado y Representante a la Cámara y, finalmente, Secretario de Hacienda del Norte de Santander.

Cultivó la poesía durante un corto tiempo, para dedicarse luego al ensayo literario y a la crítica artística; más tarde, se consagró como investigador histórico, campo en el cual se le reconoció nacional e internacionalmente.

Perteneció a diferentes organismos académicos nacionales, entre ellos, la Academia Colombiana de Historia.

Los críticos han considerado a Páez Courvel como uno de los mejores exponentes de la literatura nortesantandereana, dada la calidad en la estructura literaria y el manejo elegante del idioma castellano. El Ministerio de Educación Nacional, para honrar su memoria, fundó en 1952, la Biblioteca Pública de Ocaña, que lleva su nombre.

Obras: Historia de las medidas agrarias antiguas (1940); La fundación de Ocaña (1940); Estudios históricos sobre Pamplona y Ocaña (1950); Precursores, mártires y próceres santandereanos de la Independencia (1951); Ensayos críticos, volúmenes I y II; Biografía del doctor Alejo Amaya (1952); Interpretación estética y lírica de Adolfo Milanés, y otros estudios publicados en la revista Hacaritama y la prensa regional y nacional.

Una de las muestras más típicas de su brillante prosa, es el fragmento que transcribimos a continuación, correspondiente al estudio crítico sobre Milanés y su obra:

"Calles de mi tierra, trazadas por la geometría de la emboscada, prestas a la asechanza, recogidas en el silencio, abrazadas a los caminos, en perpetua vigilia; calles de mi tierra, tatuadas en su piel centenaria, fino guadamacil adobado al fuego de las pendencias, con historias fabulosas, iluminadas por la tragedia; por aquel rincón amable, discretamente cordobés, fulgió el revuelo de las espadas por los embelesos de doña Beatriz, la más bella rapaza de los contornos; por aquella calleja, aciaga y melancólica, pasó el torbellino de Los Colorados, con don Jácome el Caudillo, sobre caballos desbocados, fragmento vivo de un friso legendario, y por allá lejos, en los huertos de geranios, donde se anuncian los campos con fecundos olores de establo, pasan ráfagas de lamentos, que se desgarran en el silencio, mientras los búhos doctorales trazan parábolas litúrgicas sobre las copas de los barbatuscos.

"Calles de mi tierra vestidas para Navidad, con festones virginales, por donde el poeta de Ilva caminó largos años con aquella sonrisa triste que le cubría la cara como una cortina de agua; calles de amplios aleros y ventanas afables por donde se escurría el amor, como un diablillo alado, en su eterna conquista de corazones; calles de viernes santo ataviadas de luto, solemnes y monjiles, que se arrodillaban ante el sepulcro de sándalo y se empinaban, azoradas e ingenuas, a presenciar el milagro de la Resurrección; calles de pascua, llenas de luz, de perfumes, de locura, que se embriagaban con el vino de las estrellas y amanecían lívidas, estilizadas, con la fatiga de la vigilia en las ojeras de la violencia.

Por esas calles nuestras, generosas y afables, deambuló Milanés; en ellas recogió la visión trivial de lo uniforme y de lo vario; indagó sus tradiciones, interrogó sus leyendas y en breves crónicas solariegas, que son estampas de hondo sabor añejo, proyectó su corazón como un fanal de espirituales irradiaciones".




NOTA: ESTA PAGINA ESTA EN CONSTRUCCION y CONTENDRA UNA DE LAS OBRAS MAS IMPORTANTES DE PAEZ COURVEL, ADEMAS DE SUS POEMAS